sábado, 26 de marzo de 2011

USO DE INTERNET EN LA ENSEÑANZA DE ADULTOS A DISTANCIA

AUTOR: Carlos Sáez Cabero (no se tienen más datos sobre el autor)


Índice
1. Introducción
2. Un panorama general
3. Problemas
4. Por qué utilizar la web
5. Cómo utilizar la web
6. Un par de sugerencias al CPR
7. Bibliografía
8. Nota
1. Introducción
En los últimos tiempos se habla hasta la saciedad de la web 2.0 y sus aparentemente infinitas
propiedades y bondades. Y, como no podía ser menos, sus aplicaciones (o posibles aplicaciones) en
el campo de la enseñanza han sido ensalzadas una y otra vez como una especie de panacea que iba a
terminar con todos los problemas de docentes y alumnos, creando una especie de ámbito bucólico
de convivencia.
Sin embargo, mi experiencia me indica que esto no es así. Durante años me he esforzado por
introducir elementos informáticos (especialmente los referentes a la red) en el aula y los resultados
han sido, cuando menos, mediocres. Y si esto es aplicable a la enseñanza de adolescentes, cuyo
nivel de alfabetización digital es más elevado que el de los adultos, con estos últimos la situación es
mucho peor.
Pero a pesar de este arranque pesimista, sigo creyendo en las posibilidades que encierra
Internet (y la informática en general) para facilitar el aprendizaje y crear una comunicación más o
menos fluida entre docente y alumno fuera del ámbito cerrado del aula. Es por ello por lo que en el
presente trabajo, tras un somero estudio de los problemas que nos encontramos en la práctica diaria
y de las propias limitaciones de profesores y alumnos, pretendo plantear unas indicaciones (o
“recetas”) que tiendan a facilitar la integración de unos medios que, a mi entender, no sólo son
positivos, sino ya prácticamente indispensables.
Me centraré exclusivamente en el campo de la educación de adultos, y en concreto en la
enseñanza a distancia (no confundir con la virtual), que es donde creo que esta integración es más
necesaria. La educación presencial facilita el uso de los recursos en red e informáticos al poder
utilizarlos en el aula (los famosos cañones que cruzan los pasillos de los institutos continuamente),
pero en el caso de la enseñanza a distancia estos recursos deben ser integrados muy cuidadosamente
y el acceso a ellos debe ser sencillo y atractivo, a la vez que útil como complemento a unos
materiales que, reconozcámoslo, no son precisamente brillantes.
Soy consciente de que muchas de estas indicaciones pueden resultar bastante vagas, pero su
concreción dependerá no sólo de la voluntad, sino también de la posibilidad de acceso a
determinados medios (servidores, blogs, etc.) por parte del profesorado. También, como veremos, la
formación del profesorado y del alumnado en recursos en red resulta fundamental a fin de que no
nos quedemos en la creación de unos objetos bellos, sí, pero inútiles o, como poco, durmientes en
unas páginas apenas visitadas.
Incluyo al final una somera bibliografía sobre aspectos didácticos y metodológicos que,
lamentablemente, es de lo poco que hay en el mercado. Soy consciente de que muchas de las obras
que cito se encuentran hoy día obsoletas en cuanto a los aspectos técnicos, pero sus indicaciones
metodológicas siguen siendo, a mi entender, interesantes.
2. Un panorama general
Más o menos, cuando llegamos a la educación para adultos, el panorama que nos
encontramos es el siguiente:
1. Grupos enormes e increíblemente diversificados en cuanto a las características del
alumnado, que podemos dividir en:
1. Alumnos entre 18 y 25 años que continúan sus estudios tras un fracaso escolar en
la educación obligatoria
2. Alumnos mayores de 30 años que abandonaron los estudios hace tiempo y que
han perdido el hábito de estudio y deben compaginar sus estudios con el trabajo,
la familia o ambas cosas
2. Alumnado con baja autoestima y que no ve una utilidad en el aprendizaje más allá de
la consecución de un título que les facilite el acceso al mundo laboral
3. Un elevado porcentaje de alumnos que, o aparecen de manera intermitente o sólo
aparecen en los exámenes
4. Un nivel de alfabetización digital mínimo y, además, deficiente, especialmente en lo
referente a Internet, cuyo uso se limita normalmente a la mensajería instantánea y
visitas a páginas de contenidos de entretenimiento
5. Centros escasamente dotados en cuanto a medios informáticos
6. Insuficiencia de horas lectivas
7. Materiales insuficientes a todas luces, de difícil acceso a través de Internet y con
unos contenidos limitados a lo esencial, con poquísimas actividades que, encima,
vienen con las soluciones, hecho que provoca que el esfuerzo del alumno se reduzca
al mínimo
8. Profesorado poco habituado a trabajar en estas condiciones y que se ve obligado por
las limitaciones horarias y de calendario a actuar como poco más que un
“resuelvedudas”
Estas condiciones, sin embargo, y a pesar de los problemas que analizaremos a continuación,
son precisamente las más propicias a la hora de abordar una integración de la Red en el proceso
enseñanza-aprendizaje, fundamentalmente a través de los siguientes elementos:
• Blogs o portales
• Correo electrónico
• Actividades de refuerzo online
Efectivamente, mediante estos elementos, podemos lograr una comunicación fluida con el
alumnado, especialmente el que podemos llamar “flotante”, así como ampliar los contenidos de los
materiales centralizando además unos recursos que de otra manera serían de difícil acceso al
hallarse dispersos en la Red.
Ello requiere, como veremos, de un esfuerzo por parte del profesor, además de una cierta
formación en el uso de estas herramientas. La formación y el esfuerzo requieren un tiempo que
muchas veces no estamos dispuestos a emplear, pero que, a la larga, resulta tremendamente
económico, ya que los materiales, tanto los creados como los compilados en otras fuentes, van a
estar siempre a nuestra disposición y pueden ser utilizados en cualquier otra situación docente.
Por otra parte, el alumnado va a poder seguir su evolución dentro del proceso, con lo cual
puede reforzar aspectos que le resulten interesantes o en los que observe problemas, solicitando del
profesor contenidos más específicos, aclaraciones de dudas o actividades que le permitan reforzar
sus conocimientos. Además, con este contacto con el profesor fuera del horario lectivo, va a sentirse
más “arropado”, lo cual, sobre todo en los alumnos pertenecientes al grupo 1.2 (los mayores de 30
años) resulta esencial a la hora de reforzar su autoestima y de retomar hábitos de estudio que,
habitualmente, han perdido.
Pero pasemos a analizar los problemas que nos encontramos.
3. Problemas
En lo que al alumnado respecta, nos encontramos con los siguientes problemas:
1. Implantación de Internet. A pesar de que en los últimos años el acceso doméstico a
Internet ha crecido de una manera casi podríamos decir exponencial, actualmente la tasa se
encuentra en un 60% aproximadamente, y ello de una manera irregular, pues se produce una
divisoria entre los hogares con recursos económicos más o menos elevados y nivel cultural alto
entre sus miembros y aquéllos con recursos y nivel cultural más bajo. Ello quiere decir que no todos
nuestros alumnos van a disponer de Internet de manera habitual.
Esto, en principio, provoca un problema importante, ya que no todos los alumnos van a tener
acceso a los materiales y vías de comunicación que creemos. Por mi experiencia, los alumnos
menores de 30 años tienen más acceso a Internet que los mayores de esa edad (a no ser que tengan
hijos), que son, a mi entender, los que más necesitan de este apoyo.
2. Alfabetización digital. No nos engañemos. Aunque Internet estuviese implantada en un
100%, la mayoría de la población carece de los conocimientos necesarios para hacer un buen uso de
ella. Y no me refiero a la posibilidad de crear sitios web o de realizar etiquetados exhaustivos de los
materiales que van encontrando por la Red. Hablo de carencias en aspectos mucho más limitados
como, por ejemplo, adjuntar un archivo a un correo electrónico, introducir un comentario en un
artículo de blog o encontrar un artículo dentro de un blog o portal. Y estas carencias se producen
sobre todo en los alumnos mayores de 30 años, que, insisto, es a quienes deben ir dirigidos
especialmente estos contenidos en red.
A ello debemos añadir la
3. Desconfianza hacia Internet. Tanto hablar de virus, fraudes por Internet, efectos 2000,
ciberacosos y lindezas por el estilo ha llevado a dudar de todo lo que llega a través de un cable. La
pregunta habitual cuando se comenta en clase que hay un material en Internet suele ser “¿No me
entrará un virus, verdad?”. Y esta desconfianza aumenta cuando se le dice a un alumno que necesita
instalar un programa o plugin para visualizar un determinado elemento. El profesor tiene que
asegurar al alumno que los contenidos que le ofrece son de confianza, pero para ello él también
tiene que creerlo.
4. Falta de tiempo. Y ésta es la madre del cordero. Ya hemos comentado que muchos de los
alumnos deben compaginar los estudios con su situación laboral y/o familiar. Y los que no, los más
jóvenes, consideran una pérdida de tiempo cualquier minuto en Internet que no esté dedicado al
Facebook, Tuenti u otras redes sociales. Además, casi todos están hartos de perder tiempo en
buscadores que les ofrecen resultados que o se pasan, o no llegan o no tienen nada que ver con lo
que necesitan. Por ello, la página, blog, portal o lo que el profesor considere oportuno crear debe
tener centralizada toda la información: elementos multimedia, enlaces, esquemas, apuntes, etc. Y
todo ello debe estar presentado de una manera atractiva y descargable para que puedan trabajar sin
necesidad de estar conectados.
Por último, y creo que es lo peor,
5. Falta de ganas. Especialmente los alumnos más jóvenes quieren unos contenidos
sencillos, comprensibles y que no les hagan trabajar demasiado. Ya hemos comentado que lo que se
busca mayoritariamente es la consecución de un título académico, y para ello no están dispuestos a
trabajar más de lo necesario. Dejémonos de escenarios bucólicos: si estos alumnos hubiesen querido
trabajar y adquirir unos conocimientos lo habrían hecho en la enseñanza obligatoria. Es cierto que
esto cambia, y mucho, con los alumnos de más edad (al menos en principio), pero en su caso las
deficiencias a nivel de lecto-escritura, comprensión textual y otras competencias básicas son tan
grandes que se echan atrás cuando se trata de ampliar los contenidos dados en el aula o presentes en
los materiales.
Es en este nivel de la “abulia cultural” donde la labor del profesorado debe ser más activa,
animando al alumno a ampliar los contenidos, a relacionarlos con los de otros ámbitos y a encontrar
un cierto placer en el descubrimiento del conocimiento.
Esto por lo que a los alumnos respecta, aunque podríamos ampliar la lista de los problemas
del alumnado. Vamos ahora con el profesorado.
1. Alfabetización digital. Sí, también aquí nos lo encontramos. Y tal vez sea aquí donde las
soluciones deberían ser más urgentes. Efectivamente, nos encontramos con profesores incapaces de
seguir un blog o encontrar contenidos en la Red. Y no hablemos ya de crear un blog o incluso un
sitio HTML básico, que eso es cosa de marcianos o del tío raro de Tecnología.
Ello viene provocado sobre todo por la
2. Inercia del profesorado. Llegados a un cierto punto de nuestra carrera docente, quien
más, quien menos, ha aprendido a manejar 3 o 4 Windows diferentes, un montón de programas que
se han ido quedando obsoletos y ha ido viendo cómo Internet se ha convertido en una cosa rarísima
que no tiene nada que ver con las lentísimas páginas estáticas que vimos hace años en un curso. Y
llega un punto en que decimos: “aquí me quedo”. Y no avanzamos más. ¿Para qué? ¿Para que
dentro de dos meses tenga que aprender a manejar otra cosa? ¿Y para qué me va a valer en el aula si
luego el alumno ni lo mira?
Así que nos quedamos con nuestro libro de texto, que no será perfecto, pero se ajusta
bastante a lo que queremos y nos dejamos de historias. Además, para meter cosas en Internet, hacen
falta medios, y en este Centro tenemos una enorme
3. Falta de medios. Los Centros en general, y los de Adultos en particular, a pesar de las
aulas Althia (ese sitio donde llevamos al alumno para que no nos haga caso), siguen presentando
unas enormes carencias en lo que a medios informáticos se refiere: ordenadores obsoletos, falta de
espacios, etc. Cierto es que con lo que hay “nos vamos apañando”: cogemos el cañón y lo llevamos
al aula, donde perdemos diez minutos con las conexiones con el consiguiente revuelo y ponemos un
Powerpoint con el esquema del tema. Y si hay tiempo me meto en una página de Internet (si
funciona el wi-fi, claro).
Pero lo que aquí nos importa es la falta de servidores en los Centros donde alojar los
recursos web del profesorado. Las páginas de los Centros suelen estar en servidores externos donde
es dificilísimo (por no decir imposible) crear un blog de aula. Y crear un servidor para el Centro no
es ninguna tontería: buscar un ordenador que sirva como servidor, encontrar un espacio donde
dejarlo conectado al ADSL 24 horas al día, crear todo el tinglado de DNS, HTTP, FTP y demás
siglas... y mantenerlo. En este tema hablo por experiencia y, francamente, respiro por la herida, ya
que después de crear el servidor, hacer que funcione y crear espacios para todos los Departamentos
y profesores, así como para los alumnos, se encuentra uno con que durante meses nadie cuelga nada
y hasta te miran mal por haber tenido la feliz idea de montar ese tinglado. Vuelvo al tema de la
inercia, estas novedades para el que las quiera.
Y no hablemos ya de que el profesor cree su propio servidor, que no será tan difícil, pero
lleva tiempo, y tenemos una enorme
4. Falta de tiempo. Prepara las clases, corrige las tareas y los exámenes, coordínate con los
compañeros, hablas con los padres... y encima ten un poco de tiempo libre para ti. Si es que no
tenemos tiempo para nada. Y es cierto. Nos lo planteemos como nos lo planteemos, crear un sitio
web con materiales requiere mucho tiempo: buscar, seleccionar e incluirlos en nuestro blog (si es
que lo tenemos, que crearlo también lleva tiempo, sobre todo para aprender a mantenerlo). Por no
hablar del tiempo que lleva crear nuestros propios materiales: presentaciones, mapas conceptuales,
actividades con jClic, Ardora o EdiLIM...
Reconozcámoslo, es un trabajo pesado, pero tal vez haya que hacerlo por el bien del
alumnado. Lo peor de todo es que aquí se juntan los tres puntos anteriores y convergen en un pánico
absoluto al fracaso: ¿Y si hago todo este trabajo y luego no vale para nada? Pues a lo mejor hay que
arriesgarse y conformarse con la satisfacción de haber hecho un buen trabajo que, tal vez, alguien
aprecie un día. La docencia es una vocación, no lo olvidemos, y estamos en esto para ayudar a los
alumnos en su aprendizaje, no para demostrar lo mucho que sabemos en clases magistrales ni para
que nos den palmaditas en la espalda y nos digan lo bien que hemos hecho las cosas y lo bonitas
que han quedado. Aunque eso también ayuda.
En fin, después de este panorama apocalíptico de llanto y rechinar de dientes vamos a ver
cuáles podrían ser las ventajas del uso de la web en el aula.
4. Por qué utilizar la web
1. Comunicación con el alumnado. Ya hemos dicho que muchos alumnos o vienen poco o
no vienen en absoluto a clase (recuerdo que hablamos de educación para adultos a distancia). Sin
embargo, otros vienen regularmente y nos permiten explicar los contenidos, hacen preguntas,
realizan las tareas y, en general, muestran un interés que nos lleva como profesores a ampliar los
raquíticos contenidos de los materiales y a plantearles actividades de refuerzo. Éstos no nos dan
muchos problemas; al contrario, nos colman de satisfacción y nos hacen sentirnos orgullosos de
nuestra labor docente.
Pero, ¿qué pasa con los otros? ¿Van a quedarse con los contenidos limitadísimos de los
materiales? O incluso, los que vienen, ¿qué pasa si tienen alguna duda que no pueden plantear en
clase? Aquí es donde entra Internet como un medio tremendamente eficaz de comunicación entre el
alumno y el profesor.
Por un lado, tenemos el correo electrónico. Con un par de visitas que hagamos al cabo del
día a nuestro buzón de entrada podemos resolver las dudas que nos lleguen a través suyo en un
lapso razonable de tiempo. Del mismo modo, a través suyo podemos recibir trabajos, lo que nos
evitará esas acumulaciones de papel tan molestas a las que estamos acostumbrados. O podemos
dirigirles a informaciones de ampliación que nos soliciten. O enviarles los materiales esos tan
difíciles de encontrar en Internet. O...
Pero donde mejor podemos establecer esta comunicación es a través de los blogs o portales
(por no hablar de las plataformas de e-learning, a las que me referiré más tarde). Mediante los
comentarios a cada entrada hechos por los alumnos podemos ver casi en tiempo real si nuestros
materiales son útiles o no; podemos introducir artículos que amplíen aspectos del temario o, por el
contrario, introducir esquemas o presentaciones que los resuman; podemos introducir vídeos, audio,
imágenes, etc. que hagan más atractiva la información; podemos informar de fechas de exámenes,
plazos de entrega de trabajos, etc... y hasta felicitarles las Navidades.
2. Actividades de refuerzo. Las creemos nosotros o las tomemos de otras páginas, estas
actividades resultan casi imprescindibles. Por un lado, permiten al alumno revisar los conceptos
aprendidos y hacer un seguimiento de su proceso de aprendizaje. Por otro, nos permiten conocer el
estado de ese mismo proceso en un alumno o alumnos determinados, así como diversificar la oferta
en función de las necesidades o carencias del alumnado.
Existe una infinidad de programas que permiten crear estas actividades de manera general
(jClic, HotPotatoes, Ardora, EdiLIM...) o bien específicas (programas de creación de tests, de
mapas conceptuales, etc.). Son programas de sencillo manejo y que no requieren de grandes
conocimientos en programación (aunque algo de Java nunca viene mal) y permiten adaptar las
actividades a las especificaciones SCORM y otras estandarizadas. Además, algunos de ellos
permiten también crear paquetes de actividades (o libros). Y encima son gratuitos. Lleva tiempo,es
cierto, pero la adaptación que podemos hacer de estas actividades a nuestras necesidades es
absoluta. Además están también los recursos que se encuentran en otras páginas, aunque el
seguimiento aquí por parte del profesor es más complicado. Y si no, siempre estará PhpWebquest
para echarnos una manita.
Es cierto que para poder utilizar estos recursos debemos disponer de un espacio web, pero
tampoco es tan complicado, como veremos.
3. Interacción con y entre el alumnado. Vale, es parecido al primer punto, pero con un par
de matices. Utilizando foros podemos, por un lado, crear hilos en los que se traten dudas comunes a
muchos alumnos y resolverlas de un plumazo; pero, por otro, podemos hacer que sean los mismos
alumnos quienes se ayuden entre ellos, funcionando nosotros simplemente como moderadores o
matizando las informaciones que entre ellos se ofrecen.
Además, podemos someter nuestra labor docente a evaluación mediante encuestas, pedir
sugerencias e incluso plantear como trabajo que sean los propios alumnos quienes desarrollen partes
del temario y las publiquen en el sitio, haciéndoles partícipes de la creación del mismo y del
desarrollo de las clases.
4. Control del aprendizaje externo. En el aula lo sabemos todo: quién va bien y quién va
mal, quién se esfuerza y quién no, quién trabaja y quién no... pero de los “flotantes” no sabemos
nada (o casi nada).
Mediante las actividades de refuerzo (y con algunos conocimientos técnicos, dicho sea de
paso), podemos controlar cómo evolucionan los alumnos. Creando una base de datos a donde
apunten los resultados de estas actividades podemos disponer de datos objetivos evaluables más allá
de un simple examen. Esto, que en principio parece algo terriblemente difícil, no lo es si creamos
una plataforma de e-learning, donde esta posibilidad viene por defecto (al menos en Moodle) o
mediante un plugin.
Podríamos señalar más ventajas (textos literarios gratuitos, editores matemáticos, audios y
vídeos en distintos idiomas...), pero baste por ahora. Vamos a lo práctico.
5. Cómo utilizar la web
Y aquí llegamos al centro de la cuestión. Ya nos hemos convencido de que queremos utilizar
Internet, estamos dispuestos a crear nuestro sitio; pero, ¿cómo hacerlo? No es tan complicado,
aunque, es cierto, lleva algo de tiempo. Vamos por partes.
¿Blog? ¿Portal? ¿Sitio estático?
Como decía el otro, para gustos se hicieron colores. Personalmente, y aunque he sido un
acérrimo defensor del HTML, hoy por hoy desaconsejo los sitios estáticos. Son difíciles de
mantener y actualizar y apenas permiten la interacción con el alumnado más allá del correo
electrónico. Y además son tirando a feítos.
En cuanto a la duda blog o portal, lo dejo a la elección de cada uno, aunque yo me inclino
por el blog. Son menos complicados de manejar que, por ejemplo, un Joomla, y ofrecen casi las
mismas posibilidades de integración de elementos externos, creación de categorías, etiquetado, etc.
Para los que prefieran portales, yo me inclino por SPIP, que es muy configurable y sencillo
de manejar, aunque el estándar es Joomla.
En cualquier caso, a la hora de crearlo yo seguiría estos consejos (a mí me han valido):
• Elegir un tema de tres columnas. Permiten una navegación más sencilla
• Vincular los elementos multimedia incrustando el código. Puede ser un poco más
lento, pero es más sencillo y hasta más estético
• Si introducimos presentaciones (por ejemplo, de slideshare) o pdf's visualizables (de
Issuu), poned siempre un vínculo a una versión descargable.
• Etiquetadlo todo con etiquetas comprensibles
• Utilizad siempre un plugin de categorías (a ser posible desplegable) y otro de nube de
etiquetas. Les evitaréis muchos dolores de cabeza a los alumnos.
• Lo ideal sería que tuvieseis un icono para crear pdf's de los artículos. En Joomla
viene, pero en otros sistemas ya no estoy tan seguro
• Aseguraos de que tiene RSS u otro servidor de noticias por si a alguien se le ocurre
estar al día de vuestra página sin tener que entrar cada poco
• Personalmente, me gusta siempre poner una sección un poco lúdica. Podéis hacerla
con vídeos de bebés riéndose o adolescentes dándose trompadas, canciones del
festival de la OTI o cosas así. Eso hace que las visitas les sean más agradables a los
alumnos al poder relajarse y perderle un poco de miedo a Internet
Además, animad al alumnado a que hagan comentarios de las entradas. Eso os va a permitir
ajustar los contenidos a las necesidades reales de los alumnos.
Si tenéis pensado introducir actividades, cread una página donde estén indexadas por cursos
y temas. Tendréis que dirigir los vínculos a la carpeta donde estén alojadas, pero esa es otra historia.
Lo mejor que podéis hacer es entrar en alguna página dedicada a los CMS (por ejemplo,
cms-zone.com) y probar varios antes de decidiros.
¿Dónde la alojo?
Otro problema, y no pequeño. Lo ideal sería crear un servidor con nuestra propia conexión
ADSL. Es algo complejo, pero merece la pena, ya que nuestro control sobre la página será absoluto
y podremos introducir todo lo que queramos. Para hacernos una idea, el servidor del último Centro
en el que trabajé albergaba servidores individuales para cada Departamento, sistema de blogs,
portales, foro, un sistema de workgroup, un servidor de correo instantáneo y una consola de
administración Webmin y PhpMyAdmin. Y todo ello sin limitaciones de espacio.
El problema es que crearlo con Windows supone un riesgo más que importante; y trabajar
con Linux implica acostumbrarse a manejar este sistema. Además, necesitaríamos una IP estática y
un nombre de dominio. O lo que es lo mismo: un jaleo enorme. Pero merece la pena, ya que con
cualquier ordenador obsoleto podéis hacer literalmente maravillas.
Lo ideal sería que nuestro Centro dispusiese de un servidor propio y de la posibilidad de
crear páginas personales en él, pero la paz en Oriente Medio es más probable que encontraros con
una joya así.
La opción más viable es encontrar un alojamiento gratuito (los hay a cientos en Internet) con
vuestro propio dominio. El espacio disponible suele ser de unos 200 MB, lo que es más que
suficiente en principio. Los dominios no salen muy caros y varios proveedores ofrecen espacio por
un poco más de dinero al año.
También está la opción de crear un servidor sin IP estática, pero es un poco más complicado.
Personalmente no la recomiendo.
Lo mejor, crear un blog en wordpress.com. El espacio disponible es de 3 GB para cargar
archivos (una burrada) y os olvidáis de problemas de actualización del sistema. Elegís el tema,
activáis los plugins que necesitéis y a publicar.
Y eso del e-learning, ¿qué es?
Pues es un sistema CMS que permite introducir cursos con sus actividades, trabajos, apuntes
y lo que os dé la gana. El estándar es Moodle, pero hay algunos otros (Claroline, por ejemplo), igual
de potentes y más sencillos de manejar.
Están orientados a la enseñanza y han creado estándares de actividades (SCORM, entre
ellos) que permiten un control casi absoluto de lo que se hace, quién lo hace y cómo lo ha hecho, lo
que nos permite una evaluación.
Necesitaréis un alojamiento web, eso sí, y unos pocos conocimientos para sacarles el mayor
partido posible. Por lo demás, son muy sencillos y sus posibilidades son casi infinitas.
Personalmente, os animo al menos a probarlos.
Vale, pero, ¿qué pongo en mi sitio?
Pues lo que consideres necesario. Internet está lleno de cosas útiles. Desde vídeos de
youtube con documentales de filosofía hasta presentaciones de Powerpoint sobre lo bonito que es el
atardecer en Capri. Se vincula y a correr.
Y si no encuentras lo que necesitas, pues lo haces tú y lo cargas a tu página. Lo importante
es que sea útil y que se adapte a las necesidades de tus alumnos. Eso sí: que sea atractivo, pero sin
cargar la página de tonterías inútiles.
No puedo dar consejos sobre lo que cada uno necesita. Cada materia exige unas cosas y cada
maestrillo tiene su librillo (y nunca mejor dicho). Tened en cuenta que todo este asunto de los
materiales educativos siempre requiere de un poco de bricolage.
¿Creo las actividades o robo un poco por Internet?
Tú mismo. En Internet hay cosas increíblemente válidas, sobre todo en ciertos ámbitos (el
científico-tecnológico se lleva la palma, mientras que lengua es un poco la hermana pequeña). Si se
adaptan a tus necesidades, cógelas directamente, siempre que no tengan derechos de autor (no está
la cosa como para andar jugando con este tema).
Y si no encuentras nada que te valga, pues tienes dos opciones, o modificar materiales ya
creados o hacerlos tú con las aplicaciones de las que hablé más arriba.
¿Y cómo aprendo a hacer estas cosillas?
Pues en cursos del CPR, grupos de trabajo que podáis organizar en el Centro, manejando
tutoriales... No sé, se me ocurren cientos de maneras, la cuestión es ponerse y trastear un poco, que
es como se aprende. Insisto, es un poco cuestión de voluntad y de tomarnos en serio nuestro trabajo.
Hay que ser un poco humildes y entender que también nosotros tenemos que aprender algunas cosas
si queremos hacer nuestro trabajo lo mejor posible. Tenemos que saber que vivimos en un mundo en
el que las cosas ya no se aprenden como cuando nosotros estudiábamos simplemente porque el
acceso a la información hoy en día no tiene nada, pero nada que ver con lo que nosotros conocimos.
Somos nosotros quienes tenemos que adaptarnos para conseguir que los alumnos puedan también
adaptarse a las nuevas formas de adquisición del conocimiento.
Y cuando lo haya aprendido, ¿cómo se lo enseño a los alumnos?
Con nuestro gran amigo el cañón. Nos lo llevamos un día a clase y les enseñamos la página,
dónde están las cosas y cómo llegar a ellas. Y si tenemos que perder una clase, pues la perdemos (si
es que consideramos que esto es perder el tiempo).
Lo ideal sería darles una tarjetita con la dirección de nuestra página y nuestro correo
electrónico (de un folio podemos sacar unas 16), y avisarles cuando haya nuevos materiales en la
página. Como no todos van a tener Internet en casa, pues se les indican obviedades como que
existen los cibercafés, que hay amigos que sí tienen Internet o que desde el propio Centro pueden
acceder. Y llegado un caso extremo, que se traigan un pendrive y les cargamos nosotros los
materiales para que los utilicen en su casa. Eso sí, si no tienen un ordenador tenemos todos un
problema y hay que tirar de fotocopiadora.
En fin, que no es tan complicado.
6. Un par de sugerencias al CPR
A quien corresponda:
Todo esto de lo que he hablado en las páginas anteriores está muy bien, es muy bonito y
suena de maravilla. Pero tenemos un problema: requiere de unas infraestructuras que no siempre se
encuentran en los Centros y para las que sería necesario un profesor con los conocimientos
necesarios y las ganas de trabajar suficientes. Ah, y otro problema: meterle en la cabeza al
profesorado que todo esto vale para algo, que no es tan complicado y que puede mejorar
sustancialmente nuestra práctica docente. Ahí entráis vosotros.
Os sugeriría la oferta de los siguientes cursos, aunque me consta que varios de ellos han sido
ofertados con mayor o menor éxito:
• Manejo de blogs y otros CMS para la creación de páginas personales
• Uso de aplicaciones educativas (jClic, Ardora, etc.) y criterios para la creación de
actividades
• Metodología de la enseñanza en Red
• Integración de nuevas tecnologías (tal vez como coletilla del anterior)
• Creación, implementación y mantenimiento de servidores en Centros educativos
Deseando fervientemente no caigan en saco roto estas observaciones, se despide atentamente
de ustedes éste que lo es
7. Bibliografía
• Cabero, Julio y Gisbert, Mercè; La formación en Internet. Guía para el diseño de
materiales didácticos. Sevilla, MAD, 2005
• Aguaded Gomez, José Ignacio y Cabero Almenara, Julio; Educar en red. Internet
como recurso educativo. Málaga, Aljibe, 2002
• Reparaz, Charo; Sobrino, Ángel y Mir, José Ignacio; Integración curricular de las
nuevas tecnologías. Madrid, Ariel, 2000
8. Nota
Este trabajo será publicado en la web del autor (www.elquaderno.com) en el momento en que
ésta se encuentre activa

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